Crítica de Joker 2: Folie à Deux

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Decepción en la secuela

Desde el inicio, Joker 2: Folie à Deux busca captar la atención del espectador, pero a menudo pierde la trama central. Una escena típica ilustra esta sensación: Joker intenta impedir que Harley Quinn, interpretada por Lady Gaga, cante en un momento que debería ser normal. Este momento refleja lo que muchos en la audiencia sienten, ya que la película provoca la ganas de gritar por la repetición innecesaria de recursos que ya se utilizaron en la primera parte.

Problemas de estructura

A lo largo de la película, se nota que la autoconsciencia del guion parece más un obstáculo que un recurso. La película constantemente intenta recrear elementos impactantes de su predecesora sin lograr capturar la misma esencia. La falta de ritmo y la indecisión sobre la dirección de la historia hacen que tanto el personaje de Arthur Fleck como la narrativa se queden estancadas. Las preguntas sobre su existencia y su impacto finalmente carecen de respuesta palpable, dejando a la audiencia insatisfecha.

Lady Gaga y su rol limitado

Uno de los mayores fracasos es la caracterización de Harley Quinn. Aunque Lady Gaga tiene potencial como actriz y cantante, su personaje carece de profundidad. Es presentada de manera superficial y reducida, lo que decepciona a los fans del cómic. La falta de desarrollo hace que su interpretación sea una mera caricatura, dejando a la audiencia con ganas de más. Los números musicales, lejos de resaltar su talento, resultan planos y poco memorables.

Conclusiones finales

A pesar de sus defectos, Joker 2: Folie à Deux aún tiene momentos rescatables, como la actuación sobresaliente de Joaquin Phoenix y la notable estética visual. Sin embargo, el filme se enfrenta a uno de sus mayores retos al depender demasiado de lo que logró su antecesor. El final, intrigante, llega demasiado tarde para salvar el viaje que se siente más como un esfuerzo por evitar el ire de la audiencia que un intento genuino de contar una historia nueva y provocativa. A fin de cuentas, deja una sensación de decepción, a pesar de sus aciertos estéticos.